martes, 10 de mayo de 2016

Serendipity.

Ahora que me había aprendido cada curva de tu espalda en todos sus movimientos.

Ahora que habíamos conseguido encontrarnos dentro y fuera de la habitación.

Ahora que habíamos logrado crear el silencio donde todo es ruido.

Ahora que nos empezábamos a comprender, no hemos encontrado las palabras, y aún seguimos buscándolas.

Ahora, que no necesitábamos nada, porque empezábamos a tenerlo todo, nos hemos quedado solos.

Ahora que había tomado las medidas de tus hombros, y comprobamos que mi barbilla está hecha para tu clavícula.

Ahora, que te has ido y me has dejado huérfana...



Ahora que he dejado de dormir sin deshacer la cama, solo porque las sábanas no perdiesen tu olor.


Ahora que nos hemos curado, hoy me atrevo a volver.


"La poesía jamás te olvidará".

Gracias por hacerme volver.

martes, 5 de noviembre de 2013

Sistemas presentes

Esto cada vez se pone más difícil, y a duras penas puedo contribuir con un cigarro. Me he cansado de esos noes que saben a síes, y de de esos síes que quiero escuchar pero que nunca llegan.

Pudiste haber sido mi tabla de Carneades, y al final nos hemos acabado ahogando los dos en el último gintonic.

Supongo que esta es una carta con antojos de despedida, aunque tampoco te pienses que es lo que más me apetece, pero me tengo que querer a mí más.

Supongo que ha sido un placer bailar contigo y desayunar contigo, pero no estoy del todo segura de ello, por lo que los agradecimientos los dejaremos para más adelante. Ya, si eso, otro día.

Para aclararlo, para el futuro, para el próximo que venga y que no vaya a estar dispuesto a llegar al final porque se acojone en el último momento: soy de copa contra la pared y polvo frente a la chimenea, y el que no esté dispuesto a ello que no venga, que no hace falta.
Me apeteces y me has apetecido. Tenlo claro. Que tampoco tiene que ser un adiós definitivo, pero muchas vueltas tiene que dar la Tierra para que volvamos a encontrarnos en el momento adecuado, en el mismo punto.

Que sepas que, ahora mismo, me dejas inapetente. De eso que ni frío ni calor. Que ni llantos ni risas ni copas un lunes por la tarde. Enhorabuena.

Has sido, una vez más, lo que pudo pero que no llegó a ser. “El que no supo cobrar el boleto”. Bienvenido al cajón en el que quedan los que pudieron ser un noviembre dulce o el ladrón del mes de abril. Adiós a los largos domingos de noviazgo. Te has quedado en un quiero y no puedo (cobarde).
Manda saludos a los que habitan en ese rincón apartado, que no sois pocos, dales besos de mi parte.





No se qué es mas, si la falta que me haces o lo que te echo…

martes, 24 de septiembre de 2013

CE QUE JE VEUX

Prometo que todo va a cambiar, prometo que nada volverá a ser igual. Pero también te prometo que no vamos a mover nada.
Te juro que voy a darlo todo, una vez más, y que no voy a dejarme nada en el tintero. De verdad que esta vez no va a darme miedo, nunca más, ya no.
Prometo que voy a sonreír siempre, aunque no todas las veces lo haga con los ojos. Prometo estar ahí para todo.

Prometo perdonar todo lo anterior y no guardar rencor por lo que venga, aunque no pienso olvidar nada.

Prometo seguir riéndome de todo, brindar por las derrotas, como hasta ahora.

Prometo aprender. Volver a cagarla. En el mismo punto. Donde siempre. Como nunca.

Prometo llorarlo todo. Arriesgar por nada. No volver a jugar sin conocer las normas también entra dentro de mis planes.

Tienes las cartas boca arriba y las apuestas ya están hechas. Un futuro en tus manos y sobre la mesa. Un mundo de posibilidades o un calvario sólo para ti.
Una vez leí que “el purgatorio del que se hablaba en la Iglesia estaba hecho de melancólicas esperas”, y ese es mi mayor problema ahora mismo, ¡ya ves tú!

Y date cuenta de que no prometo quererte ni un poquito más, ni un poquito menos. Prometo quererte distinto. Como no te han querido, como no he querido, como no te querrán ni querré nunca.

Y es absurdo, como todo. Como todo lo que se dice y se hace, no más que lo que callamos o ignoramos.
Y no voy a protegerme más. Voy a abrir todas las puertas y ventanas que encuentre. No va a quedar ni un rincón sin que le llegue la corriente.

Y pienso estrellar vasos de licor dentro de la chimenea y arrojar platos al suelo, porque somos así, así de ilógicos, así de dañinos, así de nuestros. Siempre tan de Sabina y de Bukowski y tan poco de Gala. Igual de incorregibles, igual de complicados, siempre tan sencillos y básicos.

Que no sea porque no se ha intentado, que no sea porque nos hemos callado o acojonado.

Si bien este es un tren que solo pasa una vez en la vida, pero nunca se habla del tiempo de la parada. Que no se te haga tarde.

Pero por supuesto y sobretodo: prometo sufrir mucho y seguir muy viva. Y, como dice un gran sabio: que no me falten vuelos.





“Algunas personas nunca enloquecen. Tendrán unas vidas realmente horribles”.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Eso es todo.


Y puede que tengas razón, como puede que la tengas en muchas otras cosas.

Y puede que yo nunca te haya escrito nada, te lo haya metido en un sobre y te lo haya mandado por carta, pero sabes que ése no es mi estilo. Que yo siempre he sido más de anónimos que de pancartas, pero que si tú quieres, si hubieses querido, te hubiese escrito la canción más bonita del mundo, e ibas a reírte de de la García Lorca que dices tener entre tus brazos y tus sábanas.

Porque puede que de estilos y gramática no esté muy puesta, pero sé lo que me revientan tus cameos, tus idas y venidas, la forma de hacer que no pasa nada, que todo sigue igual, porque no es así. Porque todo ha cambiado. Porque me dejé mucho en esa playa y en aquella habitación, y lo poco que me traje de vuelta me lo has ido quitando con los años. Y no dejas que lo olvide porque, cuando lo he conseguido, vuelves, como una aparición cutre de un actor conocido en una terrible serie española.

Y no me das una tregua, cuando llevo mucho tiempo necesitándola.

Dámela, déjame. O quédate.

Pero no juegues, porque no estoy dispuesta. Ya no.

Y no vuelvas a hablarme de esa fuga exprés en la que tanto se dijo, se hizo y que tan poco presente tuviste luego, porque es lo único que me queda y lo que hace que no te odie del todo.

Déjame esa playa y ese cigarro, y vete con todo lo demás.

Pero déjame. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

Suena a roto

Llevamos veinte años haciendo filosofía barata.
Siempre moviéndonos entre un "lucha por ello, se feliz, inténtalo" y un "déjalo, rindete, pasa a por el siguiente porque esta batalla está perdida".
No hemos logrado llegar a un punto medio en el que quedarnos. Tiramos la toalla antes o damos demasiado.
Ya he dado mucho. Más de lo que te piensas y más de lo que creen.
Te he ofrecido muchas cosas, y lo mejor es que no tienes ni puta idea de ello y que no eres consciente ni de una tercera parte.
Se acabó.
Ésta ya no es mi guerra.
Me he quedado sin órdagos para ti.

jueves, 19 de abril de 2012

Quiéreme

Quiéreme.

Manifiéstate de súbito.

Choquémonos, como por arte mágico
en el Bukowski,
un Miércoles.
Pidámonos disculpas. Sonriámonos.
Intentemos tirar el muro gélido
diciéndonos las cuatro cosas típicas.
Caigámonos simpáticos.
Preguntémonos cosas.
Invitémonos
a bebidas alcohólicas.
Dejémonos llevar más lejos. Déjame
que despliegue mi táctica.
Escúchame decir cosa estúpidas
y ríete. Sonríeme. Sorpréndete
valorándome como oferta sólida.
Y a partir de ahí

quiéreme.


Sin rúbrica, pero por pacto tácito
acepta ser mi víctima.
Déjame que te lleve hacia la atmósfera,
acompáñame a mi triste habitáculo.
Sentémonos, mirémonos,
relajémonos y pongamos música.
De pronto, abalancémonos
besémonos con hambre, acariciémonos,
Desnudémonos rápido
y volvámonos locos. Devorémonos
como bestias indómitas. Mostrémonos
solícitos en cada prolegómeno.
Derritámonos en abrazos cálidos
Virtámonos en húmedos océanos.
Ábrete a mí, abandónate y enséñame
el sabor de tus líquidos.
Mordámonos, toquémonos, gritémonos
permitámonos que todo sea válido
y sin parar,
follémonos.
Follémonos hasta quedar afónicos

Follémonos hasta quedar escuálidos.



Durmámonos después, así,
abrazándonos.

Y al otro día

quiéreme.

Despidámonos rígidos, y márchate
de regreso a tus límites
satisfecha del paréntesis lúbrico
pero considerándolo algo efímero
sin segundo capítulo.
Deja pasar el tiempo, mas sorpréndete
recordándome en flashes esporádicos
y sintiendo al hacerlo un sicalíptico
látigo por tus gónadas.
Descúbrete a menudo preguntándote
qué será de este crápula.
Y un día, sin siquiera proponértelo
rescata de tus dígitos mi número
llámame por teléfono
y alégrate de oírme. Retransmíteme,
ponme al día de cómo van tus crónicas
y escucha como narro mis anécdotas.
Y al final, algo tímidos, citémonos.
En cualquier cafetín de corte clásico
volvámonos a ver, sintiendo idéntico
vértigo en el estómago.



Y en ese instante

quiéreme.

Apenas pasen un par de centésimas
sintamos al unísono un relámpago
de éxtasis limpio y cándido,
y en un crescendo cinematográfico
dejémonos de artificios y máscaras.
Rindámonos a la atracción magnética
que gritan nuestros átomos
y sintámonos de placer pletóricos
por sentirla recíproca.
Unidos en un abrazo simétrico
perdámonos por esas calles lóbregas
regalándonos en cada parquímetro
con besos mayestáticos
que causen graves choques de automóviles
y estropéen los semáforos.



Y para siempre

quiéreme.

Dejemos que se haga fuerte el vínculo,
unamos nuestro caminar errático,
declarémonos cómplices,
descubramos restaurantes asiáticos,
compartamos películas,
contemplemos bucólicos crepúsculos,
charlemos de poética y política
y celebremos nuestras onomásticas
regalándonos fruslerías simbólicas
en veladas románticas.

Y entre una y otra

quiéreme

Dejemos de quedar con el grupúsculo
de amigos. Que los follen por la próstata.
Pues si ponemos el asunto en diáfano
solo eran una pandilla de imbéciles.
Cerrémonos, y en un afán orgiástico
con afición sigamos explorándonos
buscando como ávidos heroinómanos
el subidón de aquel polvo iniciático.

Y aunque no lo logremos. Da igual.

Quiéreme.

Para evitar que nuestra vida íntima
se corrompa con óxido
busquémonos alternativas lúdicas
apuntémonos a clases de kárate
o de danzas vernáculas
juntémonos en cursos gastronómicos.
Presentémonos
a nuestros mutuos próceres
anteriores del árbol genalógico
y a lo largo del cónclave
sintámonos con ellos algo incómodos
mas felices de haber pasado el trámite.

Y quiéreme después. Sigue queriéndome,

continuando con el proceso lógico
juntemos nuestras vidas en un sólido
matrimonio eclesiástico,
casémonos a la manera clásica,
hagamos un bodorrio pantagruélico,
y cual pájaros de temporada en éxodo
vayámonos de viaje hacia los trópicos
y bailemos el sóngoro cosóngoro
mientras bebemos cócteles exóticos.



Y al regresar, sentemos nuestros cráneos.
Comprémonos un piso. Hipotequémonos
Llenémoslo con electrodomésticos
y aparatos eléctricos,
y paguemos en precio de las dádivas
regalándole nueve horas periódicas
a trabajos insípidos
que permitan llenar el frigorífico.

Y mientras todo ocurre, solo

quiéreme,

del fondo de tu útero
saquemos unos cuantos hijos pálidos,
bauticémoslos con nombres de apóstoles,
llenémoslos de amor y contagiémoslos
con nuestra lóbrega tristeza crónica.
Apuntémoslos a clases de música
de mímica y de álgebra,
y démosles zapatos ortopédicos,
aparatos dentales costosísimos,
fórmulas matemáticas
y complejos edípicos
que llenen el diván de los psicólogos.


Releguemos nuestro ritual erótico
a la noches del sábado
cuando ellos salgan véstidos de góticos
a ponerse pletóricos
ciegos de barbitúricos.
Paguémosles las tasas académicas
a los viajes a Ámsterdam.
Dejemos que presenten a sus cónyuges
y al final, entreguémoslos
para que los devoren las mandíbulas
de este mundo famélico.

Y ya sin ellos

quiéreme

a lo largo de apuros económicos
y de exámenes médicos,
mientras que nos vovemos antiestéticos
más cínicos, sarcásticos,
nos aplaste el sentido del ridículo
y nos comen los cánceres y úlceras.
Quiéreme aunque nos quedemos sin diálogo
Y te pongan histérica mis hábitos.
Enfádate, golpéame, hasta grítame
y como única válvula catártica
desahógate en relaciones adúlteras
con amantes más jóvenes
y regresa entre lágrimas y súplicas
perjurándome que aún sigues amándome.



Y yo contestaré tan solo
quiéreme.
Quiéreme aunque te premie salpicándote
en escándalos cíclicos
y te insulte, y te haga sentir minúscula
y me pase humillándote
y me haya vuelto un sátrapa
que roza cada día el coma etílico
y me haya vuelto politoxicómano
y me conozcan ya en cada prostíbulo.

Continúa queriéndome
mientras pasan espídicas las décadas
y nos envuelve el tiempo maquiavélico
en un líquido amniótico
que borre el odio que arde en nuestros glóbulos
y nos arroje al hospital geriátrico
a compartir habitación minúscula
inválidos, mirándonos
sin más fuerza ni diálogo
que el eco de nuestras vacías cáscaras.


Quiéreme para que pueda decirte
cuando vea la sombra de mi lápida
Y antes de que venga y cierre la mano
de la muerte mis párpados:

“Ojalá,
ojalá como dijo aquel filósofo
el tiempo sea cíclico
y volvamos de nuevo reencarnándonos
en dos vidas idénticas,
y cuando en el umbral redescubierto
de una noche de miércoles pretérita
tras chocarme contigo
girándote, me digas: "Uy, perdóname"
le ruego que permita el dios auténtico
que recuerde en un segundo epifánico
cómo será el futuro de este cántico
cómo irán nuestras flores corrompiéndose
cómo acabaré odiándote
cómo destrozarás cuanto fue insólito
en este ser,
cómo la vida empírica
nos tornará en autómatas patéticos
hasta llevarnos a la justa antípoda
de nuestro sueño idílico."

"Y sabiendo todo esto, anticipándolo
pueda mirarte directo a los ojos
y conociéndolo muy bien. Sabiendo
el devenir de futuras esdrújulas
destrozando en un pisotón mi brújula

te diga
solo



quiéreme."



DANIEL ORVIZ

martes, 3 de abril de 2012

Yo no soy poeta.

Yo no soy poeta
Yo no soy nadie,
O mejor
Soy nada.

Yo no soy Federico García Lorca,
Asesinado por las bestias fascistas.
Yo no soy bello,
Pero amo tu belleza
Y la de Dios.

Yo no soy poeta,
Pero me gusta Leopoldo María Panero,
El mejor escritor de la locura.

Yo nunca vi
La tumba de Antonio Machado.

Y era hermoso hace tiempo.
No era Narciso,
Ni me miraba a mi mismo.

Yo soy ciego,
Por eso adoro la oscuridad.
Yo no soy León Felipe,
Ni estuve en Méjico:
Pero siento la poesía.

Yo no soy Rimbaud,
Ni Verlaine,
Pero tuve un subfusil
Y lo sabía manejar.
Por eso odio a los militares,
Por eso odio al hijoputa del Ché Guevara..
Odio al capitán,
Odio al soldado,
Odio al soldado desconocido
Que nunca tendrá nombre.

Yo no soy Jim Morrison,
Pero como Él,
Adoro la música,
Y adoro mi propia autodestrucción.

Yo no estuve en Alicante,
Yo no he muerto de tuberculosis,
Como Miguel Hernández.
Yo no conocí a Juan Ramón Jiménez.

Yo no he sido
Amante de poetisas,
Pero adoro a Rosalía de Castro.

Yo tampoco soy Bob Dylan,
Pero me gustaría ser ÉL.
Yo no soy Allen Ginsberg,
Ni lo seré nunca.
Yo no soy poeta,
Ni lo seré nunca.

Yo escribo en el infierno,
Para olvidarme de él.
Yo estoy loco,
Por eso escribo
Palabras trenzadas
Con cierta belleza.

J.J.MERINO