jueves, 25 de agosto de 2011

Y esta vez nos equivocamos todos.


Todavía recuerdo la primera vez que oí hablar de la Ley de atracción. Como si de un teorema matemático se tratase, todo parecía encajar. Remontarte al pasado y ver que, efectivamente, cuando pensabas en una persona acababas encontrándotela o te llamaba o cosas similares. Sonaba disparatado pero… ¿por qué no? Parecía fantástico.
El problema viene cuando llevo semanas esperando a que esta ley haga efecto. Y no pasa nada. Lo llaman “el secreto”, pero lo cierto es que lo único confidencial es que no apareces. Ya me he cansado de buscarte, me he hartado de esperarte. No puedo más contigo. Aunque tampoco sé si ahora podré sin ti.

Has sido mi primera gran apuesta y mi primera quiebra. Mi único all-in. Mi “primera” vez. Pero al final, con lo que me quedo es con que has sido mi mayor decepción.
Siempre hay una primera vez para todo, es sólo que en esta ocasión pensé (que quién me mandará a mí pensar nada a estas alturas, ¡después de tantas hostias como nos hemos dado!) que iba a ser diferente. Que valdría la pena arriesgarlo todo, mandar el mundo a la mierda con toda su negatividad y pensar que la lógica por un lado no tendría nada que hacer. Pero ya ves que me equivoqué, no tengo ningún problema en reconocerlo.
Lo que de verdad me jode es pensar que se te podrá estar pasando a ti por la cabeza.

Y lo peor es que ya ni me molesta. Me da completamente igual. Pero, si quieres un consejo de parte de una persona a la que ya se la pela del todo: la próxima vez intenta ser un poco más listo.